A VUELTAS CON EL CANON

Hoy se votaba en el congreso el famoso canon para los aparatos que se encargan de grabar o almacenar información.
Antes de empezar mi reflexión al respecto conste mi sano interés por tomarme el café con churros en la cafetería y salir haciendo un "sinpa" (boquete, escape, sin pagar... vamos) o atravesar la línea de cajas del Hipercor, con mi carro -lleno hasta los topes- mientras miro para otro lado.
Pero creo que no va a poder ser, salvo que cometa un delito. Leve, pero delito.

Cuando lo he comentado con algún amigo -no autor, claro- me dice que por mirar el cuadro que tiene en su casa voy a tener que pagar dinero, no para él sino para el pintor.
Yo le recuerdo que si voy a cualquier museo sí pago por mirar cuadros, no así en los ámbitos de lo privado, es decir, donde no hacen negocio con esos mismos cuadros.
También cobrará el pintor si su cuadro se reproduce en un libro, o cualquier otro soporte. Es decir, cuando se convierte en un objeto de mercado. Porque lo genial del autor es que ha creado una obra tan buena que todos quieren utilizarla.

Para que nos vayamos entendiendo, se nos paga por lo que generamos.
Lo saben bien los jugadores del Real Madrid, frente a los del Alcoyano...

Si un señor compone una canción que nadie escucha, compra, utiliza, etc... el pobre no recibirá nada, en concepto de nada.
Pero si un señor compone una banda sonora, que se utiliza en la película, después en un spot, luego en una serie de televisión y finalmente en un video corporativo de una empresa... Pero además esta empresa crea un Politono con esta melodía, y los admiradores de la actriz de la serie se descargan la música de internet par llevarla en su MP3... ¡Pues ese señor deberá cobrar por lo que un día creó y se le sigue sacando jugo!

Lo único que choca con este canon son los intereses de los que hacen aparatos.
Nosotros los autores sólo "hacemos ideas" y como esto ni se pesa ni se mide... se puede entender que nos pertenece a todos.

Pero no es que todos los que compran un DVD grabador, un disco de DVD, un lápiz USB... sean delincuentes potenciales. Sencillamente, los querrán para utilizarlos.
Y la información que se puede contener en esos soportes puede ser privada (videos domésticos) o de mercado (creados por otros).
Por eso no se les cobra como si compraran un DVD convencional, con una película grabada y producida por la industria... sencillamente se le carga un porcentaje ínfimo porque con toda seguridad grabará algo ajeno, si no en ese en otro...

Con el detalle de pagar esos 0,001€ por CD virgen... se convierte en alguien legitimado para grabar sus discos domésticos y llevar una copia en el coche.

Los autores somos el eslabón débil.
Precisamente toda la lucha de los guionistas en Estados Unidos pasa por cobrar por cada copia de DVD que se venda en el mercado.

Y volvemos a la misma cuestión: el mercado.
Es difícil prohibir y perseguir las descargas, luego habrá que compensar a los autores por algún medio, y este del canon es el más simple.