He vuelto después de una emporada de "retiro" en la que me he dedicado a escribir un libro que ya os iré desgranando. De uno de mis "documentos" en la fallecida revista GALA, tras varios meses de embarazo ha nacido una criatura ¿Literaria?... bueno, que se venderá en librerías.
Pero después de esta justificación por la ausencia, si queréis os la firma mi padre... a lo que iba.
Me ha pillado de lleno la marcha del Tomate. No quise escribir nada en caliente porque era tal el aluvión de información... que me parecía que sólo iba a ser una más. Portadas de periódicos, revistas, columnas de opinión... los teléfonos sin parar de sonar y todo para saber qué había de cierto en el cierre.
Lo único cierto es que muchas personas -unas 60- se quedaron sin trabajo.
Por suerte, como todos los profesionales del medio somos capaces de distinguir -bueno todos no, que hay alguna productora muy incomprensiva- entre lo que dicen los presentadores y la labor de los que hacen de un programa un éxito... pues la mayoría está ya trabajando. Pero digo la mayoría.
Y es lo que me interesa de todo este follón: Nuestro trabajo está siempre en el aire, en entredicho, por el suelo, en las cunetas... ¿Es medianamente justo que se nos tenga en tan baja consideración?
Cualquier teleoperadora tiene un contrato indefinido. Es muy fácil deshacerse de ella: 45 días por año trabajado y a la calle si no cumple...
Nosotros vamos a la calle aunque cumplamos y sin mediar palabra.
Y si eso ocure con un trabajador medio, no digo ya un licenciado en cualquier otra disciplina: médicos, abogados, ingenieros, químicos, o profesores...
¿Acaso alguien se ha planteado que un colegio, instituto, universidad... contrate a un profesor "por obra" en septiembre, lo despida en diciembre, lo vuelva a contratar en enero y con suerte llegue a junio?
No quiero dar ideas, pero así vivimos nosotros. Ni la audiencia nos salva.
Cuando un gestor decide que hay que "cargarse" un programa es como cuando un general romano mandaba una legión al campo de batalla: medía el riesgo contando el número posible de bajas... es decir, de hombres muertos.
¡Y qué alguien de la profesión pueda decir que se alegra de que haya terminado el tomate!
5 comentarios:
¡Y eso lo has escrito de motu proprio...! ¡je , je, je!
¡Siempre está el listo que todo lo sabe!
Pues han sido varios los periodistas que se han alegrado por el final de este programa.
Una compañera una vez dejo de lado una propuesta de una productora por lo que tu mencionas, te cogemos de septiembre a junio luego vas a la calle y ya veremos si sigues... Supongo que ganaras bien durante esos meses, pero si luego no sigues? Suerte que la prensa es cosa diaria, mira, por fin le veo un lado bueno.
Si trabajas en una productora, ya se sabe o te enganchan otro programa en verano, o vacaciones escolares!
Yo tengo muchos amigos en el tomate, y al margen de cómo sea el programa, estoy totalmente de acuerdo. Es la décima vez que veo este fenómeno, una pena.
Saludos y feliz vuelta al "mundo blog".
besos,
Íñigo
Anónimo: Si yo solita...
Itaso: Para todo hay consuelo. Yo digo que la telebasura no está de la pantalla para fuera, sino de la pantalla para dentro. Cualquier cosa que se emite y la gente lo apoya con su audiencia, o es bueno, o interesa, o está bien hecho... Pero por dentro... La situación laboral y muchas otras cosas que me callo porque pretendo seguir trabajando...
Iñigo: Ya me contarás por dónde andas. Y lo que escribes.
El tomate era un espanto y me parece perfecto que temrine y si es necesario que se despida a esa gente.
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